En muchos países europeos, el ferrocarril es el mayor consumidor de electricidad, ya que el 80% de los kilómetros recorridos por los trenes funcionan con energía eléctrica, una parte cada vez mayor de la cual procede de fuentes renovables. Por ello, el ferrocarril se ve muy afectado por la actual subida del precio de la energía.
Según un estudio del CER sobre los precios de la electricidad, las empresas ferroviarias pagarán hasta 420 euros por megavatio-hora (MWh) en 2022. De media, el precio de la electricidad se ha triplicado como mínimo en comparación con 2021, y en varios países se ha multiplicado por más de 10. En la actualidad, las empresas ferroviarias tienen dificultades para planificar el año 2023, ya que muchos contratos energéticos deben renegociarse y se prevé que el precio supere en algunos casos los 500 €/MWh. Como consecuencia, los costes ferroviarios siguen aumentando de forma significativa.
Por ello, el CER presenta varias propuestas concretas a todos los ministros de la UE. En primer lugar, y tal como ha señalado la Agencia Internacional de la Energía, el ferrocarril debe incluirse en un conjunto de herramientas estratégicas para ahorrar energía. Los Estados miembros deben seguir un enfoque holístico a la hora de introducir objetivos de reducción de la demanda y promover el principio de "la eficiencia energética primero" a la hora de priorizar el sector en el consumo de energía.
El Director Ejecutivo del CER, Alberto Mazzola, ha declarado "Sería paradójico que no se tomaran medidas para proteger al ferrocarril de la subida vertiginosa de los precios de la electricidad. Todos los esfuerzos realizados por el sector para abandonar los combustibles fósiles se desvanecerían y el tráfico se desplazaría hacia modos de transporte más contaminantes, ya que los precios del gasóleo están sujetos a un aumento mucho menor. Sobre esta base, el ferrocarril, como modo de transporte energéticamente eficiente y cada vez más sostenible, debe ser protegido con energía adecuada a precios asequibles mediante un tope de precios más bajo".
La propuesta de la Comisión Europea de limitar el precio de la electricidad de bajo coste, como la eólica, la solar y la nuclear, es un buen paso, pero el tope de 180 euros/MWh es considerablemente superior al precio de la electricidad antes de la crisis. Por tanto, debería rebajarse el precio máximo. Por último, los Estados miembros deberían tener en cuenta la elevada exposición del ferrocarril en el mercado de la electricidad a la hora de asignar el excedente de ingresos resultante de la aplicación del tope.
