Para ello, el Reglamento revisado exige, por ejemplo, que las líneas de pasajeros de la RTE-T permitan que los trenes circulen a 160 km/h o más de aquí a 2040. También exige más terminales de transbordo, mayor capacidad de manipulación en las terminales de mercancías, menores tiempos de espera en los pasos fronterizos ferroviarios y trenes más largos para transferir más mercancías a modos de transporte más limpios. Las 424 principales ciudades de la red RTE-T tendrán que elaborar planes de movilidad urbana sostenible para fomentar la movilidad con cero emisiones y aumentar y mejorar el transporte público. También se incluyen disposiciones para que la RTE-T sea más resistente a los efectos del cambio climático. Y la propuesta de la Comisión refuerza la gobernanza de la RTE-T para garantizar que la red esté terminada a tiempo: en 2030 para la red principal, en 2040 para la red principal ampliada y en 2050 para la red global más amplia.
"Desarrollar una buena red de transportes en toda Europa es crucial. No sólo para que nuestros ciudadanos se desplacen con rapidez y fiabilidad, sino también para que nuestras empresas sigan desarrollándose y aprovechen plenamente el potencial del mercado interior", afirma Martin Kupka, Ministro de Transportes de la Presidencia checa del Consejo.
La propuesta también reforzará las conexiones de transporte con Ucrania y la República de Moldavia para aumentar la capacidad de los "carriles de la solidaridad", utilizados para las importaciones y exportaciones entre ambos países y la UE.
El acuerdo de ayer constituirá la base de los debates a tres bandas entre la Comisión, el Consejo y el Parlamento Europeo. Está previsto que el Parlamento finalice su posición a principios del próximo año, despejando el camino para concluir el proceso de codecisión y adoptar el nuevo Reglamento RTE-T a finales de 2023. El nuevo Reglamento debería ser operativo en 2024.