En Suecia, la ambición de pasar a modos de transporte más eficientes desde el punto de vista energético es un componente clave para cumplir los estrictos objetivos climáticos de la Unión Europea. A pesar de que hace tiempo que se pretende mejorar la capacidad y eficiencia de los sistemas de transporte de mercancías por ferrocarril, los expertos del sector afirman que los avances en la consecución de estos objetivos son mínimos.
Ante la creciente demanda de logística por parte de la sociedad y el aumento anual del transporte de mercancías, la UE y Suecia subrayan la importancia de invertir en opciones de transporte con bajas emisiones. Sin embargo, se han citado retos como las limitaciones de las infraestructuras, que provocan cuellos de botella, y el aumento de los cánones de uso de las vías, que hacen del ferrocarril una opción cada vez más cara para el transporte de mercancías. El aumento previsto del 37% del canon de uso del ferrocarril en Suecia el año que viene probablemente reducirá aún más los ya estrechos márgenes, subraya Hector Rail.
Scheibe sugiere que una mayor parte del transporte actual podría y debería pasar al ferrocarril, siempre que cambien las condiciones. Esto podría implicar inversiones relativamente baratas que podrían aumentar rápidamente los volúmenes, como eliminar los cuellos de botella ampliando los apartaderos o reforzando los puentes y priorizando el mantenimiento. Sin embargo, el aumento de los costes y la persistencia de los cuellos de botella parecen contradecir los objetivos de las iniciativas climáticas.
Además, el sector ferroviario de mercancías se ha enfrentado a incertidumbres con el retraso en la implantación de nuevos sistemas digitales. Estos sistemas requieren importantes inversiones de las distintas empresas, pero su introducción ha sido lenta. El nuevo sistema de planificación de trenes de la Administración de Transportes sueca (Trafikverket), destinado a aumentar la flexibilidad mediante una planificación continua en lugar de horarios fijos, se ha enfrentado a problemas de aplicación, lo que ha provocado ineficiencias y retrasos a lo largo de 2023. Scheibe destacó el impacto en los operadores privados, sugiriendo que una participación más inclusiva de las organizaciones del sector y los operadores de transporte de mercancías por ferrocarril podría haber mejorado la situación.
El retraso en la implantación del Sistema Europeo de Control de Trenes (ETCS), que forma parte del Sistema Europeo de Gestión del Tráfico Ferroviario (ERTMS), también plantea problemas. Aunque el ETCS pretende facilitar el tráfico transfronterizo de mercancías, su lenta implantación en Suecia ha suscitado preocupación. Las importantes inversiones realizadas por los operadores de transporte de mercancías para equipar las locomotoras con el sistema pueden resultar superfluas si la adopción total del sistema se retrasa hasta 2070, según Hector Rail.
A pesar de estos retos, sigue existiendo un optimismo fundamental respecto a las mejoras potenciales que estos nuevos sistemas podrían aportar al sector. Sin embargo, el ritmo al que se abordan los problemas de capacidad y se aplican las nuevas tecnologías es frustrantemente lento para las partes interesadas, lo que repercute no solo en las empresas y sus clientes, sino también en la posible contribución del sector ferroviario a la mitigación del cambio climático, concluye Scheibe.
