El ferrocarril suele presentarse como el salvador del CO2, no como un transportista de CO2. Sin embargo, el gas carbónico también es una mercancía que puede transportarse por ferrocarril. No representa grandes volúmenes. Por tanto, es un ejemplo perfecto de cómo puede funcionar el transporte en un solo vagón. Sobre la base de un acuerdo reciente entre Rail Cargo Hungaria (RCH) y Linde Gas, la empresa puede ahorrar emisiones de CO2 trasladando el 30% de su volumen anual de transporte de CO2 de la carretera al ferrocarril.
Para ello, RCH ha adquirido 30 vagones cisterna adicionales. La empresa lo traslada desde las instalaciones de Répcelak Linde Gas a diversos clientes de Budapest, el noreste de Hungría y el extranjero. El dióxido de carbono se utiliza como materia prima en hospitales, en la producción de refrescos y horticultura y en la industria farmacéutica. El cambio del transporte de CO2 al ferrocarril elimina el alto riesgo para la seguridad que supone trasladar estas mercancías por carretera.
El Gobierno húngaro apoya el transporte en vagón único en el país con una subvención de más de 16,7 millones de euros durante un periodo de cinco años. Permite compensar en parte los costes de las locomotoras de maniobra, el personal de maniobra y los costes de explotación adicionales de las estaciones de clasificación. Entre las más de 700 empresas húngaras que se benefician de este plan, hay empresas que transportan madera, chatarra, mercancías peligrosas y productos químicos, papel y celulosa, y aceites minerales en el régimen de transporte de vagón único con esta subvención.